El queso de cabra ha sido un gran descubrimiento en mi cocina. Lo uso para todo, lo mismo para una ensalada, que para una pizza, que para un pastel como el de hoy.

Lo bueno que tiene el queso de cabra es que sirve de acompañamiento a muchos platos y sabores. Casa con casi todo. Eso sí, si no eres amante de los quesos es probable que no le encuentres el punto a estos platos.

Una merienda con amigos, en Palencia, en casa de Isabel, fue la presentación oficial del plato de hoy. La verdad es que fue un acierto; creo que más de uno, entre los que me incluyo, repitió ración. La verdad es que es un buen entrante para una cena informal, aunque también lo puedes acompañar de una ensalada y servir de plato principal en una comida.

El calabacín puedes sustituirlo por espárragos o puerros. El acompañamiento puede ser variado, desde ensaladas hasta mermeladas o confituras; yo lo he acompañado de mermelada de tomate.

Aquí te dejo la receta original.... el ingrediente principal y el acompañamiento los eliges tú.

Ingredientes
1 calabacín grande
200 gr. queso de cabra
3 huevos
75 gr. queso mozzarella rallado
150 gr. harina
1 sobre de levadura
1 vaso de aceite
1 vaso de leche

Pela el calabacín y pártelo en cuadraditos. Frielo en un poco de aceite. Cuando esté dorado échalo en el vaso de la batidora junto al resto de ingredientes y mézclalo todo muy bien, hasta que quede una crema.

Unta un molde con mantequilla y espolvoréalo con un poco de harina. Vierte en el molde la mezcla anterior y mételo en el horno a 200º durante 45 minutos.

Pínchalo antes de sacarlo para asegurarte de que está cuajado. Si no estuviese cuajado del todo, déjalo unos minutos más, controlando para que no se queme.

Déjalo templar y desmóldalo.


* Si te sobra de un día para otro, puedes calentarlo unos segundos en el microondas y servirlo.